Ejecuciones –
II Ahorcamiento (boceto)
Zac examina con cuidado las huellas. Veo que sonríe, una sonrisa de
fiera. Se levanta y dice: - Han pasado por aquí,
no hace ni media hora. Están jodidos. Sí, estos hijos de puta de Dan Richards y Brian Blacks están jodidos:
los alcanzaremos y los ahorcaremos. Nuestra partida de caza está a punto de
concluir. Hace tres días que los seguimos. Tal vez hayan pensado que hemos
renunciado ya. En este caso tendrán una hermosa sorpresa cuando nos vean: su
última sorpresa. Zac sale a caballo y reiniciamos nuestra persecución. Zac prosigue la
marcha inclinado hacia delante, atento en todo momento a las huellas. Yo
cabalgo tras él y no consigo apartar la mirada de su espalda, de la amplia
mancha húmeda que le empapa la camisa. Zac suda abundantemente, como todos
nosotros, bajo este sol despiadado de Julio. De vez en cuando veo cómo se
levanta el sombrero y se pasa un brazo por la frente, para limpiarse el
sudor. Zacharias Eiseneier es un macho fuerte, decidido, despiadado. En él
hay algo más que la brutalidad que es común entre los hombres en estas
regiones de la frontera. A veces diría que es una ferocidad que me fascina. Me doy cuenta de que se me está poniendo dura. Me ha sucedido ya otras
veces, cuando estoy junto a Zac y lo observo. No es un hombre hermoso, todo
lo contrario, pero su fuerza me atrae. Llegamos a la colina. Un poco más abajo hay un pequeño lago y vemos los
caballos de los dos bandidos. Desmontamos y atamos nuestros
caballos a los árboles: es mejor continuar a pie, de tal modo que no hagamos
ruido. Después vamos bajando a lo largo de la falda de la colina, pistolas en
mano, preparados para disparar. Nos movemos con cautela: queremos
sorprenderlos. Y no queremos que sean ellos los que nos sorprendan. Vemos sus
caballos atados junto al lago, ellos no pueden estar, por tanto, lejos. ¡Ahí están, al fin! Entre los
árboles, junto a la orilla. Están follando, estos dos cabrones: Blacks está a
cuatro patas y Richards está encima de él, metiéndosela por el culo. Estallo
en una carcajada silenciosa. También Zac sonríe. Nos acercamos lentamente,
siempre escondidos entre los árboles. No se dan cuenta de nada: están demasiado
ocupados follando. Richards gruñe como un cerdo y Blacks gime. Cuando estamos ya a pocos pasos de ellos, salimos al descubierto. Se dan
cuenta de que estamos allí y nos miran. Richards mira sus pistolas, que han
dejado en el suelo, lejos de donde están. Sólo dice: - ¡Mierda! Brian calla. Zac sonríe y dice: - ¡Estáis jodidos,
cabrones! Estabais jodiendo, ahora
estáis jodidos. Ríe. Después prosigue: - Ahora levantaos, con
las manos bien altas. Si no, disparamos, ¡pero os disparamos a los cojones,
cabrones! Richards se levanta. Cuando veo su polla salir del culo de Blacks, me
pregunto cómo éste puede aguantarla: es la verga de un toro, gruesa y dura. - Las manos detrás de la
espalda, y no hagas tonterías, Richards: tu verga es una diana magnífica y para
mí será un placer llenártela de plomo. Lou, átale bien las manos. Veo que Richards tiembla de rabia, mascullando. Querría saltarnos
encima, a cualquiera de nosotros, y hacerse matar, pero Zac tiene la pistola
apuntándole a la polla, y no desea que se la haga saltar en pedazos. Lou le
ata bien las manos. Mientras tanto Blacks se ha levantado también, y de igual
forma le atamos las manos. Vamos a ahorcarlos. Robert está
ya mirando los árboles a nuestro alrededor, para elegir el más apropiado,
cuando Zac dice, indicando con una señal de la cabeza a Richards: - ¿Le hacemos probar lo
que se siente con una verga en el culo? ¿Qué me decís, muchachos? Tal vez así
este cabrón pueda entenderlo. No me esperaba la propuesta. Ninguno de nosotros se la esperaba. Blacks
y Richards se follaron al joven Jadder, antes de matarlo, lo encontramos con
los pantalones bajados y manchas de sangre y calostro que le habían fluído
del culo. Pienso que si follamos a Richards, tendré ocasión de ver la verga de
Zac. Y de verlo jodiendo. Digo rápidamente: - Me parece una idea
excelente. Vamos a pagarle con su misma moneda. Los otros ríen, Lou se ruboriza, está un poco nervioso, pero todos nos
mostramos de acuerdo, y también él accede. Richards tiembla de rabia,
masculla, pero no puede hacer nada. Zac y yo lo agarramos. El cabrón opone
resistencia: no desea ser enculado, pero ahora le toca a él. Zac le pega tres
puñetazos en la barriga, que le hacen bajar la cresta. Lo arrastramos hasta
un tronco caído y lo colocamos encima, el culo en alto. - ¡Malditos hijos de
puta! ¡Que os jodan! Zac ríe. - Eres tú el que va a
ser jodido, esta vez. Zac se baja los pantalones. ¡Menudo pollón! También él tiene una verga
de caballo, ya dura. Se escupe en la mano, humedece el capullo y después
aprieta la polla contra el agujero del culo de Richards. Yo tengo la garganta
seca. Richards opone resistencia y casi parece que Zac no consigue forzar el
agujero, pero con un movimiento brusco del culo empuja la verga hacia
delante, metiéndola hasta el fondo en el culo de Richards, que se muerde un
labio para no gritar. Es un placer ver cómo Zac se folla a este bandido de mierda. Lo folla
durante largo tiempo, sin parar: es, sin duda alguna, un magnífico semental.
Nosotros silbamos, bromeamos: - ¡Vamos, Zac, córrete
ya! ¡Nos estás haciendo esperar! - Follaos al otro, si
tenéis prisa. Le gusta, se pondrá contento. Robert y Silas asienten y se dirigen hacia Blacks, que se ha quedado de
pie viendo cómo Zac se folla a Richards. También él tiene la polla dura, como
todos nosotros, creo. Blacks no opone resistencia.
Robert y Silas discuten un momento, porque los dos están impacientes. Al
final deciden que Robert lo follará por el culo y Silas por la boca. Colocan
a Blacks en posición y Robert lo encula sin demasiadas ceremonias. Silas coge
su pistola y se coloca ante él. - Mámame la verga,
pedazo de mierda. Y no hagas ninguna tontería. Blacks no opone resistencia. Obedece. Probablemente le gusta, no le
desagrada que se lo follen una última vez, antes de cascar. Robert se corre rápido y Lou se coloca en su lugar. Silas se corre poco
después y Ben toma el relevo, para que Blacks se la mame. Sólo quedo yo,
esperando que Zac finalice. Lo veo acelerar las embestidas, hasta que se
corre con una especie de gruñido. Se retira. Tiene un poco de sangre en la verga. Yo río y me coloco en su
lugar. Me gusta la idea de follar este culo que Zac ha llenado con su
calostro. Zac se coloca delante de Richards y dice: - ¿Te ha gustado, hijo
de puta? Richards rechina los dientes y responde: - Pedazo de mierda. Zac levanta de pronto la pierna y con el pie golpea la cara de Richards.
Hay un ruido de huesos rotos. Richards escupe sangre y dientes. La sangre le
fluye rápida de la nariz, del labio, de la mejilla partida. Zac ríe, después le mea en la cara, lavándola de sangre. Después de Zac,
todos hacemos lo mismo, yo en último lugar, una vez que he terminado de
follar este culo. Ahora es momento de concluir la faena. Lanzamos una cuerda sobre una
rama, luego Zac levanta a Blacks y le pasa el lazo en torno al cuello. Lou
fija la cuerda al tronco y cuando ha terminado hace una señal. Zac deja caer
a Blacks. Es un salto pequeño, insuficiente para partirle los huesos del
cuello: queremos disfrutar de su agonía, si casca rápido no tiene gracia. Lanzamos otra cuerda sobre otra rama del mismo árbol, por la parte
opuesta. Levantar a Richards no es fácil, pero Zac es fuerte. - ¿Preparado para
estirar la pata, hijo de puta? Cuando Lou ha fijado la cuerda, Zac deja caer a Richards. Nos retiramos todos unos pasos atrás y los observamos. Es un hermoso
espectáculo verlos colgando del árbol. Por un momento se quedan tiesos,
inmóviles, despues, a medida que la cuerda les aprieta en torno al cuello,
comienzan a patear desesperadamente. Patean y patean, incansables, y nosotros
reímos, nos burlamos de ellos, los insultamos. Se debaten durante largo tiempo, pero los lazos aprietan sus cuellos
cada vez más, estrechándoselos. De sus bocas fluye saliva, de sus narices un
poco de moco. El primero en cascar es este hijo de puta de Brian, que lanza aún
algunas patadas, después permanece inmóvil y comienza a mearse encima. El otro cabrón está todavía vivo y patea. Se le ha puesto completamente
dura. En poco tiempo se correrá. Zac saca su pistola. - Te prometí que te
dispararía a la polla, Richards. Zac comienza a disparar: a la polla, a los cojones, al vientre. Richards
se debate, no sé si está todavía consciente o si los movimientos frenéticos
son sólo una reacción del cuerpo a los disparos y a la falta de aire. También
nosotros sacamos nuestras pistolas y llenamos de plomo a este hijo de puta. Cuando terminamos de disparar, el cuerpo permanece inmóvil. Zac dispara tres veces más, a Blacks esta vez, haciéndole puré la polla
y los cojones. Después salimos a caballo y nos ponemos en marcha, satisfechos. Autor original italiano:
Ferdinando Traducción
castellana-española: Carlos Hidalgo |