FBI Blues

 

 

XI

 

El agente capturado del FBI Zacharias Hightower abre de repente los ojos en un momento indeterminado de una de las primeras madrugadas de su cautiverio en la celda que sus captores le hacen compartir con su compañero el también agente capturado del FBI Daniel di Lorenzo. Su mente ha sido sacudida por tal cúmulo de emociones en estos días desde su captura – en las gradas que se alzaban en torno al estrado ovoidal donde se desarrollaban los combates a muerte a los que asistía como espectador – que se puede decir que el agente Hightower apenas ha conocido el reposo físico y mental desde entonces. Su inquieto e insuficiente sueño es continuamente interrumpido por sobresaltados despertares de macabras pesadillas con premoniciones de muerte: pero no de cualquier muerte, sino de un proceso agónico, brutal, en el que ambos serán sacrificados como víctimas propiciatorias ante el altar de un dios antiguo sediento de sangre; un proceso en el que ambos serán sometidos a diversas formas de humillación sexual y a un dolor físico y mental tan constante e intenso que les hará desear la muerte – o más bien ese instante final de la expiración – como una liberación del horror que atenazará sus cuerpos y sus mentes durante diversas semanas. Al abrir los ojos a la tenue luz rojiza que permea el aire oclusivo de la estancia y que se funde en tonos de sangre con el tapizado de terciopelo rojo de las paredes lo primero que distingue Zacharias Hightower son los pálidos brazos de su compañero que en torno a su desnuda cintura de ébano se estrechan lánguidamente: los lacios dedos de Danny rozan un poco – de manera impremeditada, pues el joven policía sí que duerme profundamente – la oronda cabeza de la semierecta verga de ébano que al percibir el contacto se estremece como sacudida por una corriente eléctrica. El agente del FBI capturado Zacharias Hightower nunca antes ha sentido nada semejante: sus contactos sexuales con hombres blancos durante su primera juventud nunca contemplaron la posibilidad de una intimidad física que fuera más allá del más descarnado desahogo de unas hormonas en ebullición mediante la sodomización más animalesca de aquellos pálidos culos por su hiperbólica verga negra en plena potencialidad de sus poderes. Tampoco aquellos hombres blancos – pues nunca estuvo con negros o tipos de otras razas diferentes a la caucásica – parecían pedirle más: pero ahora Danny parecía pedirle …

 “NO!”  Zacharias Hightower cierra los ojos con fuerza, arrugando la frente y apretando los dientes y sacude la cabeza mientras su mente rechaza cualquier intencionalidad sexual – incluso inconsciente – en la aproximación física que el cuerpo desnudo de su joven compañero ha venido realizando a su propio cuerpo desnudo durante los últimos días: el agente Daniel di Lorenzo ha sido salvajemente violado y lo único que busca en la piel y en los músculos desnudos de su maduro compañero es calor, seguridad, protección … como un niño que se abrazara al cuerpo de su padre, como un hermano pequeño al cuerpo de su hermano mayor. El cuerpo del joven policía – por otra parte – desde el desgarrador desvirgamiento anal a que fue sometido por la Verga del Gran Oyabun Morimoto Kenzo sería totalmente incapaz de soportar un nuevo enculamiento sin quebrarse de manera definitiva y fatal: aunque la negra verga del agente Hightower no alcanza las dimensiones demenciales de la del coloso japonés, sería más que suficiente para terminar de destrozar el cuerpo y el espíritu de Daniel di Lorenzo. Zacharias Hightower suspira con tristeza – casi resoplando – y tomando delicadamente con los suyos los dedos dormidos de Danny los aparta un poco de la cabeza pulsante de su encendido miembro viril en cuyo tronco sobresale, hinchada de sangre impaciente, la poderosa vena de su voluptuosidad. Al hacerlo aprecia que un flujo de líquido preseminal brota viscoso como baba de caracol del agujerito abierto en la punta de un órgano genital que anhela, es evidente, un desahogo … El agente Hightower piensa entonces en salir de la cama que comparte con su compañero hacia el cuarto de baño que le ha sido asignado y desahogarse a solas en la privacidad de sus paredes … considera de manera reflexiva que la masturbación le hará bien para descargar un poco de tanta tensión acumulada, cree que le ayudará a relajarse lo suficiente para dormir mejor, que tal vez ahuyente incluso las macabras pesadillas haciéndole sumirse en un sueño verdaderamente reparador.

 Zacharias Hightower toma delicadamente los brazos de Daniel di Lorenzo por las aflojadas muñecas y poco a poco – procurando no despertarlo del profundo sueño en que está sumido gracias a las drogas que le han suministrado para aliviar el desgarrador dolor de las punzadas que le deparan las deposiciones a través de su recto prolapsado – los va desprendiendo de su cintura para desprenderse él a su vez del abrazo casi inconsciente de su compañero de cautiverio. El agente Hightower se va incorporando pesadamente de la cama sobre sus largas piernas de coloso capturado, algo inestables y un poco temblorosas, ligeramente entumecidas aún tras las horas de forzada inmovilidad en que han permanecido agrilletadas por los tobillos tras su patética intentona de insumisión tan eficazmente neutralizada por la persuasiva fuerza del gran oyabun Morimoto Kenzo. Mientras se desplaza casi a tientas a través de la neblina rojiza de este momento indeterminado de la madrugada en la celda que comparte con su compañero el agente Hightower entorna los ojos intentando distinguir su fotografía colocada en la cortina de terciopelo rojo a través de la que accede a particular cuarto de aseo …

-            ¿Colocaron sus fotografías en las cortinas de los cuartos de aseo? ...

-            Así es, Hidalgo-San, como ya le expliqué la compartida celda de los agentes capturados del FBI Zacharias Hightower y Daniel di Lorenzo era en realidad un pequeño conjunto de estancias muy similares a las que pueden encontrar los huéspedes de una habitación de hotel, y así desde la dependencia del dormitorio podía accederse a través de estas cortinas a otras estancias especialmente destinadas para ellos: los dos pequeños cuartos de baño, el pequeño gimnasio con los sacos de golpeo y las compartidas duchas … en cada cortina que cubría el vano de acceso a estas dependencias fue idea de Beom Seok Kim colocar distintas fotografías de nuestros malogrados agentes: cada uno de ellos podía saber cuál era el cuarto de baño que les correspondía al identificarse en la imagen plastificada que el superintendente general de la policía de Corea del Sur – su captor – había hecho prender como ícono identificativo en el terciopelo rojo de las cortinas.

-            ¿Y en las áreas compartidas? …

-            En la cortina del pequeño gimnasio prendió una fotografía publicitaria que se hicieron los dos juntos para promocionar en revistas especializadas “The American Ninja”, el gimnasio que abrieron en Seúl como instructores en artes marciales mixtas y que ellos pensaban iba a servirles como “tapadera” para cubrir sus verdaderas actividades como investigadores del FBI tras la pista de los asesinos de Ishikawa. En la cortina de las duchas prendió una fotografía de ellos dos desnudos … duchándose … bueno, en realidad de Zack duchándose y a su vez … duchando a Danny … que no tenía fuerzas suficientes para hacerlo solo … y en las cortinas de los respectivos cuartos de baño prendió fotografías individuales de cada uno de ellos … igualmente desnudos … en distintas circunstancias …  

 

 Zacharias Hightower se reconoce finalmente en la fotografía que cuelga del terciopelo rojo de la cortina que da acceso a su cuarto de baño particular: reconoce ese rostro que con expresión un poco alelada miraba fijamente a la cámara mientras esta disparaba sobre él sus blancos destellos, capturando entre otras muchas esta imagen frontal de medio cuerpo que ahora sirve para orientarle en medio de esta neblina rojiza de la madrugada hacia su más privada dependencia: como deferencia a posibles escrúpulos de carácter higiénico Beom Seok Kim ha dispuesto que los dos agentes capturados del FBI realicen sus más íntimas necesidades fisiológicas en estancias separadas, cada una de ellas con su particular inodoro e incluso bidet con la pretensión de evitarles así la aspiración involuntaria de efluvios fecales cuando cada uno de ellos efectúe sus deposiciones. Incluso confiando en la sinceridad de una buena voluntad por parte de su captor, esta disposición separada de sus respectivos retretes no impidió que Zacharias Hightower tuviese que compartir muchos minutos con su compañero en el cuarto de baño destinado al agente Daniel di Lorenzo, por una razón muy contundente: durante los prolongados días de su compartido cautiverio el agente Di Lorenzo precisó de la asistencia del agente Hightower para desplazarse a su cuarto de baño con la finalidad de efectuar sus deposiciones porque, sencillamente, sus piernas habían dejado de funcionar correctamente. Desde que fuera brutalmente violado por la verga hiperbólica de Morimoto Kenzo, aunque es posible que incluso antes de su desgarrador desvirgamiento – quizás desde el mismo instante en que la garra del gran oyabun atenazara su nuca para alzarlo del suelo en aquellos primeros momentos de su humillación – las piernas del joven policía se habían aflojado hasta el extremo de una práctica invalidez: no es que le quedaran como dos apéndices totalmente inservibles, pues Danny aún podría deslizarse con ellas por el pavimento como si fuera un bebé, pero le quedarían casi inútiles para caminar a no ser apoyándose en las paredes y desplazándose de manera lenta y agónica. ¿Por qué?, se preguntaba el agente Hightower, ante el evidente estado de incapacidad física – y casi mental – en que había quedado su joven compañero.

 El enculamiento a que ha sido sometido por parte del Gran Jefe de la Yakuza parece haber dejado al joven policía por otro lado en un estado de imbecilidad, en una especie de infantilización o regresión de edad mental de la que el agente Daniel di Lorenzo sólo parece recuperarse durante lapsos de breves minutos en los que su cerebro parece volver a los momentos anteriores a su violación y manifiesta síntomas – si bien muy dolorosos – de ser consciente de lo que le ha sucedido. Al poco tiempo, no obstante, como si esa lucidez le resultara insoportable, se sumerge de nuevo en una especie de estado delirante atravesado por episodios de profunda puerilidad en los que Danny llega a soltar gemiditos de bebé, a babear, a balbucear …

-            Z-Zack?? … Z-Zack … are you here, Z-Zack?? … Don´t leave me, Zack …

-            Yeah, man … I´m here … I´m not gonna leave you …

-            H-He … he h-hurt me, Zack … h-he …

-            I know, I know, bud … that son-of-a-bitch hurt you, I know …

-            W-Where you goin´, Zack?? … I don´t wanna be alone …

-            Jus´to take a leak, man … I´ll come in a minute …

-            T-Take me with you …

-            Ya wanna take a leak, too? …

-            Yeah, yeah … wanna … take a leak …

 A veces los somníferos que el doctor Gwan ha prescrito para Danny dejan de funcionar y el joven agente del FBI capturado se desvela durante la noche y solicita las atenciones de su maduro compañero. Cuando Zacharias Hightower vuelve a la cama observa que Daniel di Lorenzo se succiona el pulgar como si fuera un chupete. Antes de tomarlo y alzarlo en sus brazos, el agente Hightower desprende de la cintura de su joven compañero el pañal de plástico profiláctico que previene que Danny vuelva a ensuciar las sábanas blancas con nuevas e involuntarias deyecciones, sean estas fecales, sanguíneas, o mezcladas. Zacharias Hightower abre el pañal y sonríe satisfecho al comprobar que Daniel di Lorenzo parece recuperar poco a poco el control de sus esfínteres. Danny, con el pulgar aún en su boca, mira fijamente a Zack con ojos expectantes, como esperando su aprobación, temeroso sin duda de decepcionar, otra vez, a su maduro compañero:

-            N-No s-shit … Z-Zack?? …

-            No, bud, no … s-shit …

-            How´s m-my … my … ?? …

-            It´s a bit … swollen … still …

-            It … It doesn´t hurt … so much … only when I … when I … you know …

-            Yeah, bud … I know … do you wanna … take a crap … now? …

-            No, man … jus´ … jus´ a leak … with you …

 Zacharias Hightower suspira entonces mientras recoloca un poco el pañal en torno a la zona pélvica de Daniel di Lorenzo – sin ajustar de momento la cintura adhesiva pues en poco tiempo el pene del joven policía tendrá que quedar al aire para vaciar su vejiga en la taza del inodoro si es cierto que verdaderamente tiene ganas de orinar y no es una excusa para no quedarse solo en la cama ni siquiera por un momento, el que Zack necesita para vaciar la suya, o quizás durante un poco más de tiempo, si la intención del agente Hightower es la relajación de su propia tensión mediante la práctica del solitario placer de Onán.

 Danny levanta los brazos de forma casi instintiva hacia los hombros de su  compañero cuando Zack pasa su brazo derecho por debajo de la espalda de su amigo y el izquierdo por debajo de las rodillas alzándolo de la cama como si fuera una pluma. Aunque Danny parece haber adelgazado un poco desde que sus captores los depositaron en esta celda, el agente Hightower se sorprende de la liviandad del cuerpo de su compañero a pesar de que el joven policía no parece haber perdido su tono muscular. Teniendo en cuenta las disimilares corpulencias de los dos agentes capturados a Zacharias Hightower le sorprende en efecto lo poco que le pesa Danny entre sus poderosos brazos pues a pesar de la diferencia física nunca se ha podido decir que su joven compañero fuera un peso pluma: su trabajada musculación otorgaba sin duda fuerza al cuerpo del agente Di Lorenzo y eso Zack podía apreciarlo muy bien cuando en los interrogatorios Danny – tras los consabidos gritos, insultos y amenazas y algún que otro puñetazo en la mesa – tensaba los músculos de sus brazos y comenzaba a soltar sus persuasivas bofetadas: los detenidos sentían la fuerza de aquellos golpes que Danny efectuaba sin ni siquiera cerrar su mano en un puño, que impactaban de manera eficiente y persuasiva en el rostro del reticente interrogado, quien tras recibir apenas un par de ellos comenzaba a mostrarse mucho más colaborador

 Sorprende por tanto al agente Zacharias Hightower el contraste entre aquella imagen de fortaleza y poder en el cuerpo de su joven compañero y esta visión de ese mismo cuerpo encogido como el de un niño asustado entre sus brazos, de este Danny al que ha visto perder el control de sus esfínteres hasta el extremo de precisar durante días este pañal de plástico para no ensuciar las sábanas de la compartida cama, al que ha escuchado gemir y sollozar en delirio semiconsciente llamando a su mamá y suplicándole que lo llevase a casa, al que ha visto babear y balbucear, chuparse el pulgar … ¿puede el miedo, por tanto, convertir a un hombre en un guiñapo?, el agente Hightower apenas se atrevía a preguntarse.

 El agente Hightower atraviesa la cortina de terciopelo rojo de la que pende su propia imagen alelada por los flashes de la cámara fotográfica de su captor, ícono indigno que le indica el acceso a su cuarto de baño, y entra en la estancia llevando a su joven compañero en sus brazos, que se aflojan un poco para descargar con delicadeza el cuerpo de Daniel di Lorenzo frente a la taza del inodoro de acero inoxidable: como las piernas del joven policía aún no pueden sostenerlo de manera segura sobre el pavimento y sus rodillas se doblan dando signos de debilidad, los músculos del agente Hightower se flexionan bajo la negra piel y comprimen un poco la aflojada cintura de su compañero mientras lo aproximan a la taza en la que Danny debe descargar el líquido contenido de su vejiga: el pálido pene del policía oscila un poco por encima de los pendulantes testículos que contiene la pequeña bolsa escrotal, parece una bellotita envuelta por el prepucio que cubre por entero este pequeño órgano de su virilidad y Zack Hightower, sabedor de que Danny di Lorenzo aún no puede hacerlo por sí mismo, extiende las yemas de sus dedos al extremo del miembro de su amigo y con delicadeza va tirando de la piel prepucial hacia atrás, descubriéndole la rosada cerecita por cuyo agujerito comienza a fluir de inmediato el chorro de orina. Danny mea en la tacita metálica del inodoro en un flujo rápido y contínuo que no cesa hasta que el joven policía vacía completamente su vejiga – es lógico que en este vigesimosexto y último año de su vida la próstata de Daniel di Lorenzo funcione en este aspecto con normalidad – aunque a Zack le preocupe el daño que en ella haya podido causar la brutal violación a que ha sido sometido por la verga descomunal del coloso japonés que lo ha dejado en este estado de postración. Cada vez que lo trae a este lugar o lo lleva a su propio cuarto de baño para orinar Zacharias Hightower no puede dejar de recordar, por otro lado, cómo su compañero se orinó en los pantalones cuando Beom Seok Kim se dirigió a él llamándolo por su propio nombre haciéndole saber así que era conocedor de su verdadera identidad, que era inútil seguir pretendiendo ser otra persona distinta al agente del FBI capturado Daniel di Lorenzo en malograda misión especial extraterritorial en Seúl, Corea del Sur. Afrontar la realidad de la cobardía de Danny no era fácil para Zacharias Hightower, pues de alguna manera veía reflejada en ella su propia cobardía ante este dramático cambio de los acontecimientos, pero deberíamos pensar que el agente Hightower podía estar siendo un poco injusto consigo mismo: no podemos comparar su miedo con el de Danny pues mientras el cuerpo y la mente del joven policía habían sido invadidos e invalidados por un pánico incapacitante, Zacharias Hightower – ya lo comprobaremos – respondió al tremendo trance de una manera que – pese a todo – reflejaba el cuerpo y la mente de un hombre muy diferente a Daniel di Lorenzo. La sangre de antiguos guerreros africanos seguía corriendo, efervescente, por sus venas. Algunos de aquellos coreanos o japoneses lo iban pronto a comprobar. Incluso el Gran Jefe de la Yakuza Morimoto Kenzo, a pesar de todos los pesares, lo iba a comprobar. Cassius Clay, más tarde llamado Muhammad Ali también, en su momento, lo pudo comprobar. Pese a todo.   

 Mientras, como perlitas traslúcidas que podrían semejar gotas de sangre en la neblina rojiza de la oclusiva iluminación – pero no, la orina de Danny está limpia y sus riñones perfectamente operantes en este vigesimosexto y último año de su vida – van cayendo las últimas gotas de la saludable micción de madrugada del agente del FBI capturado Daniel di Lorenzo, su compañero el agente del FBI capturado Zacharias Hightower le pregunta:

-            That´s enough, bud? …

-            Yeah …

-            No crap? …

-            N-No …

-            It still hurts when you … when you crap? …

-            Yeah, it hurts …

-            You want a massage ... now …?

-            I-I … I dunno …

-            I think it´s late night now … early morning, perhaps … you´re gonna wanna crap, later …

-            Well, I mean … yeah … why not … it´ll hurt less … I think …

 Incluso en la neblina rojiza del oclusivo espacio que comparten Zack puede apreciar que la pálida cara de Danny vuelve a encenderse hasta las orejas: no puede evitarlo desde la primera vez que, siguiendo las indicaciones de Beom Seok Kim transmitidas al parecer por el Doctor Gwan, su maduro compañero le propuso la primera sesión de masaje anal para ir poco a poco reduciendo la obscena inflamación de su agujero trasero como consecuencia del prolapso rectal provocado por la brutal penetración y posterior retracción – así como prolongada y violenta follada – de la Verga del Gran Oyabun Morimoto Kenzo. Nunca antes a lo largo de sus veintiséis años de vida otro hombre le había tocado … ahíy de esa manera … pero Danny – cuando permanece con la consciencia suficiente – no puede engañarse y pretender que algo no cosquillea en su interior cuando los largos dedos de su compañero aplican y extienden cuidadosamente la crema sobre la tripa violentamente extraída como si fuera el mondongo de un animal eviscerado por detrás y poco a poco la va masajeando en delicados desplazamientos circulares de las yemas de sus dedos por la obscena y aún palpitante consecuencia del brutal enculamiento …

-            So, okay then, let´s go to bed … I´ll give you a massage … down there …

 Daniel di Lorenzo se deja llevar lánguidamente a la cama en los poderosos y protectores brazos de su compañero, que lo depositan con cuidado de costado sobre las sábanas blancas, donde queda como adormilado: el joven policía suspira un poco cuando los largos dedos de su compañero desprenden de nuevo el pañal de plástico profiláctico de su delgada cintura descubriéndole el culo con ese obsceno alien asomando aún entre las pálidas nalgas … poco a poco, gracias a estas aplicaciones de la crema antiinflamatoria y el delicado – y sí, para Danny cada vez más delicioso – masaje de los dedos de su compañero el obsceno alien va reduciendo su tamaño para de esta manera ir poco a poco retrocediendo hacia el interior de su cuerpo. Daniel di Lorenzo se consuela un poco al escuchar las palabras de su amigo que viene a decirle, mientras masajea suavemente entre sus nalgas abiertas, que en no demasiado tiempo el agujero de su culo volverá a tener una apariencia aproximada a la que podía presentar previamente a la brutal violación. Danny piensa en ese momento – y tal vez sea un pensamiento un poco absurdo – que en realidad él nunca se ha visto el agujero del culo antes de la violación, no era algo que alguna vez se le hubiera pasado ni siquiera por la imaginación, pero que desde que fuedesde que fuefollado … si no puede ver del todo lo que le sobresale como un feto abortado y no excretado entre las nalgas SÍ que puede – y cómo podría ser de otra manera – sentirlo, sufrirlo, si no asumirlo … asumirlo es mucho más difícil, de ahí tal vez su regresión mental a una infancia que su mente de arrogante y envanecido oficial del FBI pensaba haber dejado ya muy atrás … la vida, sin embargo, como dice la canción, siempre nos sorprende … y nos la clava, hasta atrás, y después, ya nada es igual … ay, Dios

 Mientras deposita sobre las blancas sábanas y coloca a su compañero en la posición más adecuada para proceder a tan íntimo y terapeútico masaje Zacharias Hightower recuerda cómo Beom Seok Kim, ante su ansiedad por los efectos estragantes del extraordinario enculamiento en el esfínter de Daniel di Lorenzo, le tranquilizó diciéndole que pese a las espantosas apariencias la vida del joven policía no corría peligro tras el descomunal desfloramiento que equivalía en efecto a una evisceración pero que con los debidos cuidados podía ser revertida:

-            You may think, Mr. Hightower, that the rectal tissue of your friend is definitely damaged beyond repair, but let me remind you that what you watch is no more than what in medical terms is called a rectal prolapse consequence of the sexual intercourse with a Most Extraordinary Virile Member for which the anal canal of Mr. Di Lorenzo´s ass was absolutely not prepared at all …

-            B-But … for goodness´sake … his-his … his ass looks like … turned inside out …

-            Yes, I know … like a glove … and it bleeds and pulses with his hearbeat like it is going to burst like a balloon … but please do not worry … Doctor Gwan has examined him … internally … and though he says The Most Honourable´s Virile Member has caused more than a few internal hemorrhages in Mr. Di Lorenzo´s intestinal tract … these are not of consequence so considerable as to cause a massive bleeding that could compromise Mr. Di Lorenzo´s health to the extent of him losing his life … for a fuck …

-            H-He will … survive …?

-            Yes, he will survive … I mean … he will not die because of his deflowerment, as much as The Most Honourable´s Virile Member has unrelentlessly extracted … his flower … as you can see …

Beom Seok Kim le mostró entonces a Zacharias Hightower, cuidadosamente contenidos en una caja de cartón, los cóncavos cuencos de cerámica con la crema que por indicación del doctor a partir de ese momento debería aplicar y extender cuidadosamente en terapeútico masaje por la zona estragada en el culo violado del joven policía: las aplicaciones sucesivas de la antiinflamatoria pomada deberían consiguientemente ir reduciendo la inflamación hasta que el perímetro anal del agente Di Lorenzo fuera poco a poco asemejándose a lo que antes fue si bien ya nunca volviera a recuperar sus proporciones normales de tamaño y elasticidad. Y es que tras recibir la no deseada visita del Miembro Viril del Gran Oyabun Morimoto Kenzo el agujero del culo del agente Daniel di Lorenzo no volvería ya jamás a cerrarse …

 En esta hora indeterminada de la madrugada en la celda de su compartido cautiverio Zacharias Hightower termina de colocar las aflojadas piernas de su joven compañero en el ángulo de apertura adecuado para comenzar el íntimo masaje: con el pañal profiláctico del que previamente le ha despojado colocado a un lado el culo destrozado de Daniel di Lorenzo se ofrece desnudo y abierto – ay, Dios, y tan abierto - a las caricias terapeúticas de los dedos de su maduro compañero. Danny gime – siempre gime al principio – pero suspira después, como nunca puede dejar de hacer a medida que las yemas de los dedos de Zack extienden delicadamente la crema incolora que extrae de uno de los cuencos de cerámica colocado sobre la cama.  Los dedos de ébano de Zacharias Hightower extienden la crema por la obscena protuberancia del alien que todavía asoma entre las nalgas de nácar del joven policía violado por Morimoto Kenzo: la traslúcida pomada que lo va cubriendo lo hace brillar y acentúa la apariencia viscosa y repulsiva que lo asemeja en parte a la cabeza de un feto que se hubiera malogrado en un aborto natural. Zacharias Hightower, sin embargo, sonríe en silencio porque de alguna manera está satisfecho: los suspiros de Danny le indican que el dolor va desapareciendo para ser sustituido poco a poco por algo parecido a … el placer … el placer al menos de no sentir más dolor … aunque Zack sabe que aún queda un poco para que las deyecciones de Danny no le hagan gritar cada vez que tiene que descargar el contenido de su vientre … es pronto aún pero Zack Hightower está contento porque Danny di Lorenzo, el amigo más íntimo que jamás ha tenido – y con el que comparte este tremendo trance que va a poner fin a sus vidas – cada vez siente menos dolor y también algo parecido al placer …

-            It hurts …?

-            Mmm … no … well, jus´ a litl´… when ya first … touch me …  

-            At the beginning? …

-            Yeah, at the beginning …

-            It´s growin´ smaller … less swollen …

-            It-It bleeds? …

-            No … no more bleedin´ … jus´swellin´… not much … now …

-            Z-Zack …

-            Yeah, man …

-            W-What are they … gonna do … with us? …

 

 En sus momentos de lucidez el agente del FBI capturado Daniel di Lorenzo se muestra consciente de sus circunstancias, responde y pregunta a su compañero de cautiverio de una manera coherente y asimila las palabras del agente del FBI capturado Zacharias Hightower con esa consciencia dolorosa del hombre que sabe que se encuentra atravesando un verdadero camino hacia el Infierno. En determinados instantes y durante prolongados periodos de tiempo sin embargo el agente Di Lorenzo sucumbe al shock de su traumática experiencia y su mente muestra los efectos del delirio – son esos instantes en los que tiembla de pánico, solloza, suplica, gimotea, balbucea, babea, moquea, se orina y se caga en su pañal de plástico profiláctico … durante largos periodos de tiempo Daniel di Lorenzo queda como paralizado entre los musculosos brazos de Zacharias Hightower, que lo acunan de manera casi inconsciente como si fuera un bebé desvalido que necesita los desvelados cuidados de un padre protector ante la ausencia de una madre que no es todavía consciente, a miles de millas de distancia, del sufrimiento de su hijo. Zack Hightower, en esos momentos, se convierte en ese padre protector para Danny di Lorenzo: lo lleva en sus brazos a su propio cuarto de baño, lo deposita en la bañera, le retira el ensuciado pañal, le limpia las deyecciones con papel higiénico y le lava bien el culo después, teniendo mucho cuidado cuando pasa el papel y el jabón sobre la obscena protuberancia entre sus nalgas, recolocándole a continuación el profiláctico pañal que precisa … durante muchos días, Zacharias Hightower ha bañado a Daniel di Lorenzo como si fuera un bebé, le ha limpiado los mocos, le ha lavado la cara y el pelo, lo ha secado con toallas blancas y limpias de algodón, lo ha peinado con sus dedos, lo ha acariciado, lo ha consolado, le ha mentido, piadosamente …

-            Well, you know, Beom Seok Kim … the traitor, the fuckin´bitch … he´s on the payroll of the Korean and Japanese gangs … we didn´t know that … that was our failure, bud … he was controllin´us since th´beginnin´… but he is … he is a very powerful man and has promised me he will help us … th´ only thing the fuckin´bitch want is money … he says he´ll try to get to the Feds … get a ransom for us … a negotiation … information exchange … sort of … swappin´us with some Korean mobsters the Feds get locked up in th´States … it´ll be okay, bud, it´ll be okay, you´ll see …

 Zacharias Hightower termina de aplicar su terapéutico masaje al recto prolapsado de Daniel di Lorenzo que ahora brilla bajo la traslúcida capa de crema antiinflamatoria y antiséptica – higiene imprescindible tras la limpieza y lavado cada vez que el joven policía evacúa su excremento por esa zona estragada – y le coloca un nuevo pañal de plástico profiláctico: será necesario hasta el completo restablecimiento de su control de esfínteres. Sabe que sus masajes anales le hacen bien a Danny, sabe también que sus piadosas mentiras lo consuelan, que sus caricias lo relajan, le hacen dormir mejor … extrae no obstante de su capsulita de plástico el comprimido prescrito por el doctor Gwan y recolocando a su compañero sobre las sábanas blancas de la compartida cama lo lleva entre las yemas de sus dedos a los labios entreabiertos del joven policía …

-            Time to take your pill, bud …

-            It-It doesn´t hurt … too much …  

-            Not for the hurt, bud, jus´t´relax yerself … make you less … nervous …

-            I-I won´t be nervous … if you stay by me …

-            You know I stay … most of th´time … now, c´mon, take it …

-            Yeah … yeah …

 Daniel di Lorenzo saca un poco la lengua entre sus labios de pálida pulpa tan deliciosamente diseñados por la naturaleza para los preliminares de la procreación y Zacharias Hightower no puede evitar pensar – una vez más, pues lo pensó desde el principio, desde que se lo presentaron la primera vez que lo vio – que su joven compañero y amigo sigue siendo, incluso en estas dramáticas circunstancias, “un chico guapo”: aunque demacrado por el pavor, el dolor y el sufrimiento de la sodomización el rostro de Danny – se dice Zack, a su manera – sigue siendo pese a las muestras de marchitez de las mejillas un poco hundidas – está ciertamente ahora más delgado tras estos días de cautiverio – y de las marcas de la mano de Morimoto Kenzo al abofetearlo, el de un hombre joven verdaderamente hermoso cuya vida podría haber sido seguramente muy diferente si en lugar de orientar sus pasos hacia esta peligrosa profesión de vigilantes guardianes de la ley y el orden los hubiera encaminado hacia el mundo de la moda masculina o tal vez de la interpretación cinematográfica o televisiva. Recuerda Zack que la primera vez que lo vio le pareció – precisamente – uno de esos jóvenes y guapos actores de algunas series televisivas de moda en su momento: de alguna manera le parecía también que Danny imitaba los gestos, las poses, la manera de hablar y hasta el vestuario de alguno de esos actores que tanto seducían a millones de chicas en América y en todo el mundo, pero más que el actor a Danny parecía interesarle el personaje y así a veces casi reproducía de manera más o menos consciente los manierismos del agente Sonny Crockett de “División Miami” y posiblemente cuando supo que tendría como compañero en el FBI a un agente negro en el primero que pensó fue en en el agente Ricardo Tubbs. Una melancólica sonrisa aparece en el rostro del agente Zacharias Hightower cuando pasan por su mente estos pensamientos y recuerda cómo en un principio él y Danny “no sintonizaron” precisamente: enseguida detectó – con ese sexto sentido que los de su raza tienen para ello – el racismo latente del joven policía y cómo desde el primer momento pretendió ser – como el agente Sonny Crockett – el protagonista de la película que a partir de entonces iban los dos a desarrollar: la película de sus vidas … la del fin, también, de sus vidas …

-            Drink the water, bud …  

-            Yeah … yeah …

-            Swallow it …

-            Yeah …

-            It´s a tranquilizer … you´ll be … tranquil … with it …

-            Z-Zack …

-            Yeah? …

-            W-Where´s th-the … the man … that … h-hurt me …??

-            H-He´s not here … jus´th´two of us, bud …

-            W-Will h-he … c-c-come … come back?? …

-            N-No … no … he won´t come back … it´s only fuckin´ Beom Bitch out there, and th´fuckin´ Koreans … it´ll be okay, bud, it´ll be okay …

 Hace ya bastantes días que el agente Hightower ha dejado de ser puritanamente pulcro en su manera de hablar: el intenso estrés producido por su captura y cautiverio y la indignación por el humillante trato recibido – especialmente por su compañero pero también por él – hace que en algunas ocasiones Zack Hightower explote en onda expansiva de obscenas maldiciones punteadas por la palabra que en inglés de manera más descarnada expresa la penetración sexual: oral, vaginal, anal … sólo cuando observa el estrago producido por la Verga del Gran Oyabun en el tracto rectal de su compañero – y anticipa la proferida advertencia de su propio enculamiento por ese mismo Órgano Viril – al agente Hightower se le atraganta la palabra en la glotis y apenas puede proferir el fonema fricativo de la efe … Zacharias Hightower cierra entonces los ojos y aprieta los dientes arrugando la cara ante la perspectiva de su propia sodomización … nunca antes, ya lo hemos dicho, un hombre se la ha metido por el culo al agente capturado del FBI Zacharias Hightower, y parece cierto que ese momento antes o después llegará, produciendo tal vez en su cuerpo efectos muy similares a los que ha producido en el cuerpo de su compañero … Zack Hightower aprieta aún más los dientes, arruga aún más la cara, anticipando el dolor que vendrá, el sufrimiento que experimentará. El agente Hightower sabe que antes o después él mismo va a ser violado, enculado, analmente penetrado, jodido, follado … sin remedio … y comprende que deberá asumirlo, que deberá sobreponerse a ello si tal cosa fuera posible o tuviera tiempo para ello … la idea le angustia y de alguna manera le excita al mismo tiempo, pues de alguna manera su negra verga responde al estímulo de la anticipación, y se va empalmando …

-            Z-Zack …

-            Y-Yeah, bud …??

-            W-What´s th´time …?

-            I-I … d-dunno, bud … late night, I think … they took our watches, y´know …

-            I-I wanna sleep … some more … w-watch for me … o-okay?? …

-            Yeah, bud, don´t worry … I´ll watch for you …

-            Z-Zack …

-            Yeah? …

-            Thank you …

-            You´re welcome, bud …  

    

 

 

 

 

 

 

 

 

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